Locus errans
Plānities planētēn
Un umbralícola se adentra asintóticamente hacia el interior del amplio exterior. Camina en una llanura bioluminiscente, considerando el ultralimen de su percepción del horizonte retinal. Allá ocurre un término purpúreo cíclico, orboide y orbital. Orbísmico, piensa acuñar, para que suene similar a orfísmico. Aunque sin asunciones extranaturales en un devenir inmanente. En todo caso, como recuerda a un antiguo decir, «tal conocimiento sería tan inútil como lo sería conocer la composición química del viento solar para el navegante en peligro de naufragar». Además, lo catabático como catártico.
Catarsis hacían las flores ancestrales. Ahora sus descendientes perfuman, y disparan pétalos con audacia, los cuales después llueven lentamente. En pluralidad intensional, la planicie se endulza turgentemente por doquier, manifestando su irregularidad regular, tras ingenios genéticos. Como dijo otro antiguo: «dejad que florezcan millones de flores». Observa tal proceso en una inclinación en altozano, hacia un antuzano, pues es un umbral de vista, ya sea del valle vecino, continente vecino, sistema estelar vecino. Allí, un aroma astral cognitivamente galvanizante es rica niebla brillante sobre el suelo violáceo. Sus pasos están semiocultos y simultáneanente levantan vaharinas de consciencia durante el senderear de su andar.
Adversus montem
El andante alcanza un flujo de luz que brota desde una roca en el suelo, proyectando al nivel oftálmico, hasta fundirse con unas colinas cercanas. Esa rama líquida estaba ya precursoramente, in medias res cuando los humanoides asociados instalaron el domo atmogénico visible en una cordillera lejana. Esa planta semiorgánica es una máquina vieja pero funcional, agraciada con programación antiobsolescencia desde aquella época, diseñada para sintetizar, y no para fallar; más bien se excedió algo. Entonces, en su transcurrir topológico, el explorador lúdico trota laderas arriba, elevándose hacia árboles trashumantes. En su companía, frutos mayéuticos vigorizantes nutren seminómadas planetarios. Son visitantes, como dice una de ellas, «de un balneario termal nunca igual, siempre torrencial».
Torrentes pétreos rodopsínicos conducen a una peña donde está una espada deliberada, un artefacto sí obsoleto ya, excepto deportivamente. Además, ciertos cambios morfológicos contrastan con enfoques neurales y sus vínculos, como producciones de conceptos, y de prótesis apara leer la poesía de Khaos. En otra semiología, una escultura de mármol y un holograma, isométricos y yuxtapuestos, ambos con un brazo en gesto de coger la tizona. «La empuñadura es lateniense», dice un peregrino en seiza, «símbolo de memorias inconscientes de prehistorias por narrar».
Kēpeuma kharítōn
Narradores esotéricos se oyen más adentro en el bosque mientras el empiricante se aproxima a un claro. Allí, parcialmente rodeados por un árbol gigantesco, cuya copa rubicunda se pierde en el alto crepúsculo, unos estudiadores se mueven en posible evolución sensorial. Beben savia y experimentan con diapasones arbóreos. «¿De sublimación a supraliminal?», comentan en coro. Epicuroides cosmonáuticos sindican para construir dinteles cuya madera no es cortada, sino cultivada, y para su mantenimiento eventual en protoactos neohistóricos. Cerca, los ojos de Mnemosine alternan entre entornarse y protuberar. Clío entona polifonías mientras Lugos Tricéfalo manifiesta roncón, ronqueta y ronquillo. El tercer rostro se detiene momentáneamente para volverse e indicar que «el primero produce el bajo continuo, y es proteico».
Proteicamente procede entre grandes setas de luz cálida y calidez luminosa, «la cual se siente como a 14 hercios», dice alguien sentado sobre una de ellas. En su metamorfosis, los pies del umbralícola devienen más ligeros, ágiles, herméticos, y sus ojos también, hermenéuticos. Entoncesallí así conoce el espaciotiempo local que continuará siendo su hermoso jardín peripatético, umbral inmanente perpetuo, tanto como pueda euneurar, tanto como pueda eucardiar. El que continuará orbitando fructíferamente, hasta cuando los campos electromagnéticos, hasta cuando sus flujos subcelulares autopoiéticos, ya no puedan postergar que la entropía lo separe.
Locus focusque alienus noster.
Notas
- Plānities ‘planicie’; πλανήτην planḗtēn ‘errante’. El origen de planeta es planēta, (-tes), la adaptación latina del griego πλανήτης planḗtēs ‘errante’. Lo que ahora conocemos como «planetas» era observado en la antigüedad como estrellas errantes (stellae errantes).
- ‘Hacia la montaña’.
- Kήπευμα Χαρίτων Kḗpeuma Kharítōn ‘Jardín de las Cárites’, también conocidas como las Gracias (Gratiae), hijas de Zeus y acompañantes de Afrodita.
Para consultas de latín clásico y griego antiguo, me refiero a los diccionarios de Perseus Digital Library, un sitio web administrado por Tufts University (Massachusetts, EEUU). Para el latín, específicamente, me refiero también a los diccionarios disponibles en Latinitum (cuyas fuentes incluyen Perseus Digital Library), un sitio web creado y administrado por Daniel Pettersson y Amelia Rosengren. Para mis notas traduzco los resultados del caso, pues los diccionarios están en inglés. También abrevio o agrego aclaraciones, según sea conveniente.